“La mejor ofrenda la comenzó a preparar Cristo por vivos y difuntos con la Última cena, y la llevó a culmen en la Cruz dando su vida por nosotros. Por eso Dios lo resucitó de entre los muertos y nos dio el poder de participar de su Resurrección, de la vida eterna”, indicó el sacerdote.
En ese sentido, recordó que “no importa si es un recién nacido, niño, adulto, alguien que haya tenido una larga enfermedad”, porque “lo mejor que podemos ofrecerles, la mejor ofrenda, es la oración de acción de gracias, pero, sobre todo, la celebración de la Misa que actualiza la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, para que nuestros difuntos reciban del perdón de sus pecados y gocen de la vida eterna”.
Finalmente, sostuvo que, si bien las ofrendas “pueden ser bellas y artísticas, continuar tradiciones populares, ayudarnos a recordar lo que les gustaba a nuestros seres queridos y darnos el gusto de recordarlos”, ellos ya se encuentran “en otra dimensión”.
“Por eso es mejor ofrecerles nuestro agradecimiento, nuestra oración y sobre todo la comunión en la Santa Misa” que “ayuda a salir a la animas del Purgatorio”, concluyó.
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