Siempre es tiempo oportuno para recordar la importancia vital de la oración para la vida cristiana, por su profunda relación con la fe, la esperanza y la caridad.
“El hombre necesita de la oración para permanecer sano espiritualmente. Pero la oración sólo puede brotar de una fe viva. Mas la fe únicamente puede ser viva si se ora. La oración no es una actividad que pueda ejercitarse o abandonarse sin que la fe sea por ello afectada. La oración es la expresión más elemental de la fe, el contacto personal con Dios, al que fundamentalmente está encaminada la fe. Es posible que la oración deje de fluir durante algún tiempo sin que la fe se atrofie, pero a la larga es imposible creer sin orar, así como no se puede vivir sin respirar” (Romano Guardini).
Ahora vives en un tiempo donde nuevamente tienes la oportunidad de «comer» del árbol de la vida.
La Cruz es el árbol de la vida, cuyo fruto de inmortalidad es la Eucaristía. Pero es también el verdadero árbol de la ciencia: se alza en las encrucijadas de la historia como un límite infranqueable que nos recuerda que la alegría y la salvación brotan no de la negación, sino del reconocimiento de Dios. Nunca el hombre es más plenamente hombre, nunca es más libre ni más sabio, que cuando adora en obediencia a su Señor.
Es en el ÁRBOL DE LAS INTENCIONES, donde nos reunimos a orar los unos por los otros, sabiendo que Jesucristo, nuestro árbol de vida eterna, recibe cada súplica en torno a nuestra ACCIÓN CATÓLICA COLOMBIANA.
Cada hoja, cada corazón recibe una Oración sincera y cuando nuestro árbol está frondoso en intenciones, realizamos un sencillo gesto en fe, entregando cada suplica a Dios, al poder del Espíritu Santo hasta la Sede de Gloria delante de su majestad.
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